lunes, 19 de abril de 2010

Administración



Durante la primera sesión formal de Colo-Colo, el 19 de abril de 1925, presidida por Juan Quiñones, se acordó que el club fuese administrado por un directorio encabezado por un presidente elegido por los socios, siendo el primero de estos Alberto Parodi.

A comienzos de la década de 1930, Colo-Colo sufrió su primera gran crisis, causada principalmente por fuertes problemas financieros e institucionales. Entre otras medidas, la diridencia optó, a fin de reducir los costos del club, por reducir los incentivos monetarios a los futbolistas del primer equipo, con la consecuente resistencia por parte de estos y de algunos dirigentes. Cabe mencionar que estos incentivos o remuneraciones se pagaban de forma ilegal, considerando que en aquel entonces el fútbol era una actividad oficialmente amateur, en lo que se denominó profesionalismo «marrón» o encubiertoA fin de solucionar los problemas de la Corporación, fue designado un comité a fin de reorganizar la institución, siendo este presidido por Fernando Larraín Mancheño. Sin embargo, al término de la administración de este fue elegido como presidente Ricardo Cortés Monroy, lo que provocó un fuerte rechazo por parte de los futbolistas del primer equipo, quienes incluso amenazaron con renuncias masivas al club. Posteriormente, en la junta general del 21 de enero de 1932, una parte de los socios declaró viciada la elección de Monroy, designando un consejo provisional para administrar el club encabezado por Carlos Haupt. No obstante, Fernando Larraín, quien a términos legales seguía siendo presidente de la Corporación, solicitó la intervención de la Asociación de Fútbol de Santiago (AFS), la cual se llevó a cabo el 22 de enero de 1932.
Durante las dos décadas posteriores, el club tuvo una serie de problemas, tanto financieros como institucionales, destacando la renuncia de parte de la directiva de Robinson Álvarez 1947, quienes al momento de dimitir declararon que el club estaba al borde de la bancarrotaasí como el caso de soborno que acabó con la expulsión por parte de la Asociación Central de Fútbol (ACF) del dirigente Luis Orellana en 1951.Pese a lo anterior, gracias a las gestiones realizadas por Pedro Foncea y posteriormente por Antonio Labán, el club continuó con su consolidación institucional, ampliando sus actividades deportivas con la creación de las ramas de baloncesto y patinaje. Asimismo, se establecieron servicios médicos y dentales para los socios, además de una biblioteca y diversos salones de entretenimiento.
Tras el alejamiento de Labán en 1962, volvieron a producirse problemas internos en la institución, haciendo la situación insostenible hacia 1968, año en el que socios y dirigentes se dividieron en dos bandos, los adherentes y detractores del por entonces presidente Guillermo Herrera. Dicha situación desenvocó en sueldos impagos y una huelga por parte de los futbolistas. Finalmente la ACF (ANFP desde 1987) intervino la Corporación el 8 de febrero de 1968Luego de repactar la deuda, a fines de 1969, la administración del club fue devuelta a los socios asumiendo la presidencia Héctor Gálvez, cargo en el que se mantuvo hasta 1976.
Ese año, la elección por la presidencia del club enfrentó a Héctor Gálvez con Antonio Labán, ex presidente del club, quien contaba con el apoyo del presidente de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) Tucapel Jiménez, reconocido opositor a la dictadura militar. Ante esta situación, el ente estatal de deportes DIGEDER decidió denegar el permiso para realizar las elecciones. El 2 de abril de 1976 la directiva de Colo-Colo fue formalmente destituida por el gobierno, entregando la administración de la Corporación al grupo económico BHC. Para justificar la intervención se arguyó la existencia de irregularidades en el club por un monto cercano a los US$300.000 de la época. No obstante, el fracaso del proyecto que buscaba convertir a los clubes de fútbol en sociedades anónimas, sumado a la deuda que arrastraba el club por la construcción de la obra gruesa del Estadio Monumental, provocó que BHC, quien había sido uno de los impulsores del proyecto anteriormente citado, dejase la administración, quedando el club sumido en serios problemas económicos. Finalmente, el 31 de enero la Asociación Central de Fútbol intervino nuevamente a la Corporación. Durante la primera mitad de los años 1980, las acreencias que contrajo el club generaron una severa crisis, la que fue solucionada en parte gracias a la ayuda financiera del Banco Estado y un contrato con Televisión Nacional de Chile por los derechos de transmisión de los encuentros.
Luego de poco más de una década de relativa tranquilidad, tiempo en el que destacó el aumento del patrimonio del club, a fines de los noventa surgieron nuevos problemas económicos, provocados principalmente por la imposibilidad del club de mantener los grandes ingresos que percibió a inicios de la década, así como el enorme gasto en futbolistas y cuerpo técnico. Finalmente, la Corporación Club Social y Deportivo Colo-Colo fue declarada en quiebra el 23 de enero de 2002, por una deuda de cercana a los $22.000.000.000 (alrededor de US$30.000.000),asumiendo la administración del club un síndico de quiebras. Durante este proceso, la institución sufrió la venta de gran parte de su patrimonio, entre ellos la sede del club y el Teatro Monumental, que fueron a remate,así como la eliminación de sus distintas ramas no profesionales y el instituto de estudios para futbolistas del club.

Tras distintas iniciativas, entre las cuales estaba la venta de todos los activos del club, entre ellos el Estadio Monumental,y su transformación en sociedad anónima (proyecto denominado «Renacer Albo»),se decidió entregar la administración del club en concesión a la empresa Blanco y Negro S.A., por un periodo de 30 años, siendo aprobada la concesión por la junta de acreedores el 29 de marzo de 2005.

Finalmente, el 24 de junio se cerró el contrato entre la Corporación Club Social y Deportivo Colo-Colo y Blanco y Negro S.A., pasando este último a administrar todos los activos del club e iniciando sus operaciones el 1 de julio de 2008. Desde ese entonces, los socios dejaron de tener injerencia directa en las decisiones administrativas del club, recibiendo únicamente beneficios en plano económico, como la reducción en el precio de las entradas. Por otra parte, la pérdida de gran parte de las dependencias del club durante la quiebra, hacen que este no cuente con instalaciones para la masa societaria. No obstante lo anterior, cabe mencionar que la Corporación sigue existiendo como tal y mantiene el derecho de escoger a dos miembros de la mesa directiva de Blanco y Negro S.A.

Desde marzo de 2010, el cargo de presidente de Blanco y Negro S.A. es ejercido por Guillermo Mackenna, quien remplazó a Gabriel Ruiz-Tagle.

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